miércoles, 26 de enero de 2011

5 estadios para 8 finales


Ver Finales de UEFA Champions League en un mapa más grande

Una bombilla que cumple 100 años



El documental, "Comprar, tirar, comprar", de producción hispanofrancesa versa sobre la obsolescencia programada, que es el fin planificado desde su fabricación, de la vida útil de determinados productos. Nos muestra como esta técnica propia del mercado capitalista (y no del comunista), llevada a cabo por fabricantes desde los años 20 en los EE.UU, se ha extendido y provoca la compra indiscriminada de "cosas nuevas" en todas las sociedades de los países desarrollados del Mundo. El documento nos explica cosas muy interesantes e intrigantes, a la vez que desalentadoras, con inquietantes aportaciones de expertos en la materia. Desde el caso de la impresora del protagonista, que descubre que tiene un chip que la bloquea cuando alcanza un número determinado de impresiones, hasta el de la bombilla que cumple el siglo de vida. No salgo de mi asombro viendo la frialdad con la que grandes empresas nos venden aparatos tecnológicos, como Apple con su iPhone de 300 o 400 euros, que tiene una batería con una vida no superior a 18 meses, la cual además no puede ser reemplazada y tienes que comprarte un iPhone nuevo. Y como las empresas productoras de bombillas desde hace décadas llegaron a un acuerdo para que las bombillas de todo el planeta no superen las 1000 horas de funcionamiento, cuando en California resulta que hay una bombilla que lleva más de 100 años funcionando. Es increíble como nuestro mundo ha llegado a desarrollar un sistema de mercado de consumo creciente e ilimitado, creándonos unas necesidades irreales por el beneficio económico de miles de empresas productoras. Es increíble como esta obsolescencia programada ha ido internándose en nuestras vidas sin apenas percatarnos y sin tener en cuentas las consecuencias. En un mundo limitado como el nuestro, por pura lógica, no cabe un sistema de consumo ilimitado. El tungsteno por ejemplo, el metal utilizado para la fabricación de bombillas, más conocido como Wolframio, algún día se acabará, como sucede con el petróleo y con cualquier otra cosa de la madre naturaleza. Además, el sistema mezcla la obsolescencia planificada con la obsolescencia por modas o por desarrollo tecnológico, es decir, nos obligan comprarnos el producto nuevo porque el modelo anterior se ha quedado anticuado. Con esto parece inevitable seguir por el camino que vamos. Mientras las grandes multinacionales obtienen su lucro económico inmediato con este mecanismo, países subdesarrollados como Ghana se convierten en un vertedero. Los que crearon este sistema de producción y de mercado, naturalmente, no pensaron en los problemas medioambientales que acarrearía. Pero aunque ahora todos podemos ver el principio de sus consecuencias, no estamos dispuestos a renunciar a las cosas nuevas.Es más, nos encanta todo lo nuevo, y a los fabricantes les encanta que nos encante.Y por si se nos olvida en algún momento lo mucho que nos gusta, la intensa publicidad y el marketing en el que nos vemos inmersos y que nos apabulla día a día se encargará de recordárnoslo ¿Algún día nos daremos cuenta de las consecuencias que sufre el planeta? No lo creo, quizás los hijos de los hijos de nuestros hijos...